Me hierve la sangre cada vez que escucho a un empresario de Cartagena decir: “Es que los cruceristas no se gastan un duro”.
A ver. Quizá no en Los Barreros, ni en el Barrio Peral (por citar dos ejemplos al azar), o eso podría parecer, pero ahí también llega el dinero que, por lo que parece, algunos piensan que no existe o que desaparece.
Veamos. Salta a la vista que las mesas de los bares y restaurantes de la Plaza del Ayuntamiento, la Calle Mayor o la Plaza del Rey están más llenas los días de crucero que los días sin crucero. Algunos propietarios tienen incluso colgado el calendario de cruceros, que existe, para hacer provisiones extra esos días). Igual que salta a la vista que las tiendas (y no solo las de souvenirs) del casco antiguo también están más llenas, y de algunas de ellas esos turistas “que no se gastan un duro” salen con bolsas que dudo que estén vacías.
Y son decenas los autobuses que salen de la Terminal bien cargados de cruceristas. Y esas empresas de autobuses son de la ciudad o de la comarca.
Y aunque algunas navieras traen sus propios guías, también son bastantes los cartageneros que esos días tienen trabajo extra mostrando las maravillas de la ciudad.
Igual que los empleados de la Autoridad Portuaria o de las empresas encargadas de la logística para que esos cruceros puedan atracar en Cartagena, que un crucero de 6.000 pasajeros no es algo que caiga del cielo como si nada.
Las estadísticas, que las hay para todos los gustos, dicen en su mayoría que los cruceristas se dejan en Cartagena entre 60 y 100 euros por persona. Si la ciudad recibe 250.000 de estos turistas al año, eso supone entre 15 y 25 millones de euros. Quién los pillara.
Unos gastarán cero. Cierto. Pero otros se dejarán algo más de 100. Ya saben cómo funciona lo de las medias: si tú te comes un pollo y yo no me como nada, para las estadísticas nos hemos comido medio pollo cada uno.
Pero en la redistribución del dinero, la cosa no funciona así. Cierto es que esos entre 15 y 25 millones de euros podría parecer que, al menos en su mayoría, se quedan en un punto muy concreto de la ciudad: el casco antiguo.
Y cierto es que parte del beneficio (una parte no tan grande) se la llevan algunas de las franquicias que tienen enormes establecimientos en la calle Mayor. Y cierto es que una parte irá a las arcas municipales (entradas al museo del Teatro Romano, etc.)
Y por tanto, los empresarios de otros barrios, como a ellos (creen) que no les llega, se quejarán de que “los cruceristas no se gastan un duro”.
Pero, al contrario de lo que algunos creen, esos 15-25 millones de euros existen, y no, no desaparecen como si nada. Y sí, una parte de ese dinero se distribuye por toda la ciudad.
Porque esos 15-25 millones de euros llegados de fuera sí entran en la ciudad. Y esos restaurantes de la zona turística comprarán a proveedores y distribuidores que sí están en otros barrios, pedanías, o municipios aledaños; y los camareros de esos bares, como los dependientes de esas tiendas, cobrarán su sueldo a final de mes gracias en buena parte al dinero que (poco o mucho) esos turistas se han dejado en la ciudad. Y muchos de esos camareros, camareras, dependientes y dependientas viven en otros barrios (incluidos los citados anteriormente como simple ejemplo, Barrio Peral, Los Barreros… pero también muchos otros, diría que todos y cada uno) y harán sus compras del día a día o irán a la peluquería o necesitarán un electricista en todos y cada uno de los barrios y pedanías de la ciudad. Como también lo harán los repartidores y trabajadores de las empresas que abastecen a esos comercios y restaurantes del centro. Como también lo harán los guías, los trabajadores del puerto, etcétera.
Es dinero que en buena parte se redistribuye, y es dinero que viene de fuera, y por lo tanto hay que valorarlo. Un euro que entra de fuera tiene mucho más valor que un euro que circula por Cartagena, y creo que no hará falta explicar por qué, pero el euro que circula por Cartagena será siempre el mismo, pero el euro que entra de fuera es un euro más que añadir a la economía de la ciudad y sus habitantes.
Y sean 15 o sean 25 los millones de euros, buena parte de ellos se redistribuyen. Y lo que entre en las arcas municipales, también redundará en el bien de todos los cartageneros. De unos más, de otros menos, pero para el conjunto de la ciudad, no se puede despreciar una cantidad como esa.
No es cierto que los cruceristas “no se gastan un duro”. Y no es cierto que ese dinero se esfume o se concentre en unos pocos empresarios.
Gracias, cruceristas, se gasten 60, se gasten cien, o incluso se gasten 0, porque incluso el que no gaste probablemente contará al regreso a su lugar de origen lo fantástica que es la ciudad y haga que en el futuro venga otro que quizá sí gaste. Vamos, que incluso “los que no se gastan un duro” son buenos para la ciudad.
El siguiente objetivo, y de eso hablaré otro día, es cómo incrementar esos 15 o 25 millones de euros.