La riqueza media de los hogares españoles ha aumentado un 80,9% en términos reales entre 2002 y 2022, de acuerdo con un estudio publicado por Fedea y elaborado por José Ignacio Conde-Ruiz (Universidad Complutense de Madrid) y Francisco García-Rodríguez (Universidad de Alcalá). El análisis se basa en los microdatos de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) del Banco de España, e identifica una evolución positiva en el patrimonio neto agregado, aunque con importantes desequilibrios en la distribución.
El informe indica que este crecimiento está vinculado principalmente a la revalorización de los activos inmobiliarios y, en los últimos años, al incremento de los activos financieros. A pesar del aumento general, el documento advierte de que se trata de una mejora “muy desigual”. Mientras el valor total del patrimonio casi se ha duplicado, el reparto se ha inclinado progresivamente hacia los hogares más acomodados.
En 2002, el 1% más rico poseía el 13% del patrimonio total; en 2022, ese porcentaje supera ya el 21%. El índice de Gini de la riqueza, que mide la desigualdad, ha pasado de 0,57 a 0,69, lo que confirma, según Fedea, un “incremento estructural de la desigualdad patrimonial”.
Concentración de riqueza y fractura generacional
Los autores del estudio subrayan que el crecimiento no ha sido homogéneo: los hogares más ricos presentan carteras más diversificadas, mayores activos financieros y niveles bajos de endeudamiento, mientras que los hogares con menos patrimonio concentran sus activos en la vivienda habitual y presentan un mayor apalancamiento relativo.
Fedea alerta de una “profunda fractura generacional”. Las cohortes nacidas entre 1956 y 1975, que vivieron contextos de empleo estable, crédito accesible y expansión inmobiliaria, han consolidado altos niveles de riqueza. Por el contrario, los millennials, nacidos a partir de 1986, acumulan menos patrimonio que generaciones anteriores a su misma edad y enfrentan mayores dificultades de acceso a la vivienda. La tasa de propiedad entre los menores de 35 años no alcanza el 40%.
La diferencia de riqueza media entre los menores de 35 años y los mayores de 75 era de 50.000 euros en 2002; en 2022 supera ya los 360.000 euros. El informe remarca que los jóvenes acumulan principalmente deuda, especialmente hipotecaria, mientras que los mayores de 65 concentran la mayor riqueza neta, con poca exposición a deuda y carteras más variadas.
Persistencia del modelo patrimonial inmobiliario
El estudio señala que los activos reales siguen representando el 80% del patrimonio total, lo que refleja el peso del modelo basado en la propiedad de la vivienda. Aunque se observa una incipiente diversificación financiera, esta se limita a los hogares de mayor renta. Además, el endeudamiento ha disminuido desde la crisis financiera, lo que sugiere un patrón de mayor prudencia financiera.
Fedea concluye que el país avanza hacia un modelo patrimonial dual, en el que una parte de la población consolida su ventaja mediante la acumulación de activos heredados o adquiridos en contextos favorables, mientras que otra parte queda al margen de los mecanismos clave de movilidad económica.
Los autores advierten de que esta tendencia puede tener efectos duraderos sobre la equidad intergeneracional. “La limitada capacidad de los jóvenes para acceder a la vivienda o al ahorro financiero podría reforzar una brecha patrimonial hereditaria que perpetúe desigualdades económicas y sociales a largo plazo”, recoge el informe.
Por ello, Fedea insta a replantear las políticas públicas con foco en la redistribución del patrimonio entre generaciones, el acceso a la vivienda en propiedad o en alquiler asequible, y el impulso del ahorro entre los hogares jóvenes.