Indra Group considera que la “confianza social” es un elemento esencial para garantizar que la inteligencia artificial (IA) se desarrolle de forma ética, segura y responsable tanto en el ámbito empresarial como en el público.
“En Indra Group creemos que la confianza social se ha convertido en el mayor activo estratégico para desplegar la inteligencia artificial de manera segura y transparente. El verdadero valor de estas tecnologías no reside meramente en la eficiencia que aportan, sino en su capacidad para generar bienestar y fortalecer la confianza entre las personas y la tecnología”, afirmó el director general de Operaciones Tech, Sebastián Bamonde.
El directivo añadió que “las empresas europeas que no incorporen ética, seguridad y transparencia en sus soluciones se quedarán atrás, no solo en competitividad, sino también en legitimidad social”.
Desde esta perspectiva, Indra sostiene que el principal obstáculo en cualquier revolución tecnológica no es la innovación en sí, sino la adopción humana. La compañía considera que el reto actual pasa por integrar la IA en la vida cotidiana y laboral de manera efectiva, para aumentar la productividad sin pérdida de capacidades ni empleos.
Ética, regulación y confianza en Europa
Bamonde advirtió de que “caracterizar a la IA como un dilema entre heroína o villana es simplificar demasiado” y recordó que “la tecnología no tiene moral; son los humanos quienes deciden cómo diseñarla, aplicarla y regularla”. En su opinión, la inteligencia artificial “no debe decidir por las personas, sino junto a ellas”, y su éxito dependerá de la confianza que logre generar en la sociedad.
Indra destacó el papel pionero de Europa al establecer una normativa específica para gobernar la IA, que marca un precedente en gobernanza ética y responsable. No obstante, el grupo reconoce que aún está por verse cuándo y cómo estos avances se traducirán en productividad y crecimiento económico, así como en mejoras reales en la vida y el trabajo de las personas.
La compañía señaló que esta tecnología ya está dejando huella en sectores clave como la sanidad, donde los sistemas inteligentes optimizan la atención al paciente, o la educación, mediante plataformas que adaptan el aprendizaje al ritmo y estilo de cada alumno.
Formación y adaptación: claves del cambio
Para Indra, el despliegue de la IA debe acompañarse de formación continua, adaptación y colaboración entre humanos y máquinas. La empresa estima que en España el 40% de los profesionales necesitará reforzar sus competencias digitales antes de 2030, lo que evidencia la necesidad de invertir en aprendizaje y capacitación.
Según la compañía, quienes no desarrollen esas habilidades “podrían quedar rezagados”, mientras que las organizaciones que apuesten por la formación estarán “preparadas para liderar la transformación digital y social”. Indra se presenta como empresa tractora en este proceso, con el objetivo de impulsar la IA como motor de innovación y bienestar.
Bamonde subrayó que “la IA no es un fin en sí misma, sino un acelerador de bienestar”, y que el gran desafío para empresas, gobiernos y ciudadanos consiste en equilibrar la audacia estratégica con la responsabilidad ética. A su juicio, quienes adopten este enfoque podrán “impulsar la innovación, generar valor social y económico de forma sostenible y construir entornos más inclusivos y eficientes”.